-(1).tmb-casmovil.jpg?sfvrsn=71a8fc18_1 "Ejercicio y salud cardiovascular en otoño")
El otoño trae consigo días más frescos, paisajes coloridos y una tentación difícil de resistir: reducir nuestra actividad física.
Sin embargo, abandonar tu rutina de ejercicios durante esta estación puede afectar negativamente tu salud cardiovascular, debilitando uno de los órganos más importantes de tu cuerpo: el corazón.
Según especialistas en salud, mantenerse activo es clave para prevenir enfermedades del corazón, controlar factores de riesgo como la hipertensión o la diabetes y reducir la posibilidad de sufrir una secuela de un ACV (accidente cerebrovascular). ¡El frío no es excusa para detener tu progreso! 
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Está comprobado que la práctica regular de actividad física mejora la función cardíaca, fortalece los pulmones y ayuda a que la sangre circule de forma más eficiente.
Además, participar en un programa de salud cardiovascular no sólo reduce el riesgo de infartos hasta en un 45%, sino que también disminuye factores de riesgo como la obesidad, la hipertensión arterial y el colesterol elevado.
Lo ideal es realizar ejercicios cardiovasculares moderados —como caminar, trotar, nadar o andar en bicicleta— durante al menos 30 minutos, 3 a 5 veces por semana. Estos movimientos aeróbicos ayudan a construir resistencia cardiovascular, permitiendo que tu corazón bombee sangre de manera más eficiente.
Durante el otoño, las temperaturas más bajas y el aire seco pueden provocar un aumento en los problemas cardíacos y el riesgo cardiovascular.
El frío actúa como vasoconstrictor, haciendo que las arterias se estrechen y aumentando la presión arterial. Esta combinación puede elevar el riesgo de infartos y agravar enfermedades preexistentes.
Por eso, es aún más importante mantener tu rutina de ejercicios cardiovasculares, adaptándola a las condiciones climáticas:
Abrígate en capas para controlar tu temperatura.
Evita los horarios de temperaturas más bajas, como el amanecer o el anochecer.
No olvides hidratarte, aunque no sientas tanta sed.
La resistencia cardiovascular se refiere a la capacidad de tu corazón, pulmones y músculos para sostener una actividad física durante períodos prolongados.
Mejorarla no sólo optimiza tu rendimiento físico, sino que también fortalece tu sistema inmunológico, mejora tu estado de ánimo y protege tu cerebro del deterioro cognitivo.
Actividades como correr, nadar, practicar yoga dinámico o hacer caminatas prolongadas ayudan a desarrollar esta capacidad de forma segura y progresiva.
Si has sufrido una secuela de un ACV o tienes antecedentes de enfermedades cardíacas, el ejercicio debe ser parte de tu rehabilitación. Eso sí, es crucial seguir siempre las indicaciones de tu médico y realizar actividades adaptadas a tu condición. Los programas de rehabilitación cardíaca son ideales para guiar este proceso.
Aunque las temperaturas bajen, el otoño ofrece una excelente oportunidad para revitalizar tu compromiso con tu bienestar. Con la ropa adecuada, un programa de ejercicios adaptado y una actitud constante, puedes seguir cuidando tu salud cardiovascular y fortalecer tus defensas antes de la llegada del invierno.
El cuidado de tu salud cardiovascular va más allá de la actividad física: contar con un respaldo médico sólido también marca la diferencia.
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